En algunos casos, se recomienda tomar alimentos que no requieran un gran esfuerzo al masticar (cirugía facial) o que sean de fácil digestión (cirugía abdominal).
No se debe restringir la alimentación en el postoperatorio, pues esta es muy importante para la recuperación de los tejidos intervenidos, pudiendo generar debilidad, mareos y lentitud en la cicatrización. Se recomienda una alimentación balanceada y con sentido común, no hacer dietas en las que se restrinja demasiado la ingesta, ya que estas generalmente proponen limitaciones transitorias, prometiendo una reducción rápida de peso, pero al retomar los hábitos anteriores se habrá perdido todo esfuerzo.
En términos generales recomendamos no pasar hambre, solo reducir sustancialmente los carbohidratos simples como por ejemplo; el azúcar refinada, pan blanco, pastas y harina refinada de maíz, entre otros, reemplazándolos por carbohidratos complejos como los encontrados en todos los productos integrales y cambiando el azúcar refinada por algún edulcorante bajo en calorías.
Incrementar el consumo de proteínas (carne, pollo, pavo, huevos, pescado, mariscos, leche y sus derivados) en cada comida, haciéndolas predominar sobre los carbohidratos y acompañándolas preferiblemente con productos integrales, vegetales y hortalizas. Nunca saltarse una comida y menos el desayuno, ya que el organismo lo interpreta como una emergencia y hace más lento el metabolismo, con lo cual almacenamos mas y quemamos menos calorías.
El significado que tiene la palabra dieta, en cuanto a restricción se refiere, produce hambre y estrés. Por tanto lo más conveniente y eficaz es cambiar nuestros hábitos alimenticios.