El envejecimiento causa en nuestra piel diferentes efectos, entre otros la aparición de arrugas. Éstas pueden ser estáticas o dinámicas, por tanto, se tratarán de forma diferente.
Las arrugas dinámicas tienen su origen en la mímica facial, son llamadas arrugas de expresión y son diferentes en cada paciente, según los gestos de cada uno al expresarse. Con el paso del tiempo, estas arrugas se establecen, adquiriendo mayor profundidad, es decir, las vemos continuamente, aunque no gesticulemos.
Las arrugas estáticas, obedecen a otros mecanismos, en general, falta de sustentación de los tejidos que ocasionan arrugas en surco nasolabial, comisuras y peribucales o código de barras.
Cuando el paciente consulta por arrugas faciales hay que diagnosticar qué tipos de arrugas son y determinar así el tipo de tratamiento. Éste puede ser único o combinado.
¿Cómo puedo tratarlas?
Existen dos sustancias indicadas para solucionar o mejorar este signo de envejecimiento: NEUROMODULADORES o sustancias rellenadoras de arrugas como el ÁCIDO HIALURÓNICO, entre otros.
Los neuromoduladores son una sustancia que tiene la capacidad de inhibir la contracción de la musculatura que provoca la mímica facial consiguiendo un aplanamiento de las arrugas existentes o una prevención de aparición de las mismas, dependiendo del rango de edad en el que se aplique.
Mediante una técnica sencilla, con aguja muy fina, prácticamente indolora. Previamente se realiza un marcaje con lápiz de los puntos de infiltración, que varían según el patrón muscular de cada paciente.
El efecto comienza a verse de forma progresiva, en general a partir de las 72 horas y es máximo hacia el día 14. Por ello, el paciente es citado a revisión a los 15 días.
Pierde efectividad hacia el tercer mes y no desaparece totalmente, sino que se alarga en el tiempo, desapareciendo hacia el 5º mes, lo cúal, depende mucho del paciente.
Por ello, se recomiendan en general, entre 2 y 3 aplicaciones al año.
El ácido hialurónico es una sustancia que forma parte de nuestro organismo. A medida que transcurre el tiempo va disminuyendo la cantidad de esta sustancia en la piel y hacia los 50 años podemos decir que se ha reducido a la mitad.
Esta molécula tiene la propiedad de retener agua, comportándose como una esponja, por tanto, la pérdida de la misma conlleva a un envejecimiento de los tejidos, y en concreto la piel aparece deshidratada, marcándose más las arrugas, ocasionando pérdidas de volumen en determinadas zonas etc. También interviene mejorando la fabricación de colágeno, encargado en parte de contribuir al mantenimiento de una buena estructura dérmica, por lo tanto, su disminución se traduce en flacidez cutánea.
Este ácido hialurónico lo podemos reproducir en el laboratorio de forma sintética consiguiendo un gel biocompatible, no alergizante que se reabsorbe totalmente con el tiempo.
Para cada indicación hay un tipo de ácido hialurónico diferente, dependiendo de la densidad o reticulación y características que posea.
Se infiltra mediante una técnica sencilla, utilizando aguja o microcánula. Previamente se le puede aplicar al paciente anestesia, ya sea en crema o infiltrada, dependiendo de la zona a tratar.
Se infiltra lentamente, rellenando y se observa el resultado inicial, siempre sin sobrecorregir.
El efecto se ve en el mismo momento, aunque el efecto real lo apreciaremos transcurridos unos 15 días, momento de revisión del paciente, que es cuando el AH se habrá hidratado permaneciendo estable un determinado número de meses hasta que comience a degradarse o reabsorberse.
La duración del AH dependerá sobre todo de la reticulación o densidad del mismo. Factores inherentes al paciente pueden hacer que se reabsorba más rápido y por tanto la duración sea menor. La calidad del producto infiltrado puede influir igualmente en la duración.
En nuestra clínica siempre utilizaremos productos de alta calidad, por seguridad, principalmente y por garantizar el cumplimiento de las expectativas ofrecidas al paciente.
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